del versículo 12, Pablo deja de centrar nuestra atención en aquéllos y empieza a hablar de éstos. El texto nos invita, pues, a recordar que, además de examinar la doctrina de nuestros pastores y maestros, necesitamos mirarnos a nosotros mismos como oyentes. ¿Qué es lo que queremos escuchar? ¿Estamos dispuestos a someternos a la incomodidad de la proclamación fiel de la Palabra, la cual suele hablarnos con claridad y fuerza, o preferimos cultos atractivos que nos entretengan y nos den la satisfacción
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